Día Internacional de la Mujer
La conmemoración del 8 de marzo, es un escenario que clama reflexionar sobre los sentidos más profundos por la lucha de los derechos de la mujer. En esta búsqueda de sentidos, bien podría la poesía ubicarse en un punto central al permitir el vínculo con la belleza y el sentido último y más profundo de esta.
Para convocar la poesía, pensamos en generar un podcast de circulación amplia, abierta, en la que 8 lectoras, lean a 8 poetas de diversas partes del mundo, con una selección que toque diversas dimensiones de las luchas de las mujeres, en diversas latitudes y tiempos. Una polifonía que permita la conexión con el sentir de una lucha vital.
Presentes
Llegamos aquí presurosas…
Hemos venido,
convocadas por un sueño.
Las mujeres
recorremos las plazas del mundo
desplegando palabras.
Hemos llegado de todas partes
unas tristes,
otras alegres
algunas rotas.
Trazando arcoiris
con nuestros colores de piel,
constelaciones
con nuestras miradas.
Nos encontramos
proclamando la soberanía de nuestros cuerpos,
defendiendo la libertad de nuestros pasos.
Haciendo resonar nuestra voz.
de continente a continente.
Transgrediendo mandatos,
construyendo metáforas amables
con la fuerza de nuestros deseos.
Enlazándonos,
más allá de nuestra edad
y nuestras nacionalidades.
Acarreando esperanzas
en la desesperanza.
Tejiendo redes,
laboriosas arañas.
Construyendo ciudadanía
centímetro a centímetro.
Transformando la realidad
con nuestros caminares,
incursionando el viento
vestidas de cometas,
despeinadas de flores,
deliberadas,
presentes,
en esta marcha por la vida.
El rostro
Frágil, opulenta mujer, matriz del paraíso,
sos un semilla de culpa
incluso ante los ojos de Dios
a pesar de tus santas guerras
por la emancipación.
Aplastaron tu belleza
y queda un esqueleto de amor
que aún sigue gritando venganza
y vos solamente acertás
todavía al llorar,
después te das vuelta y ves todavía a tus hijos,
después te das vuelta y no sabés todavía decir
y callás maravillada
y entonces te volvés grande como la tierra
y elevás tu canto de amor.
IIrremediablemente
Mueren las rosas
a pesar de la lluvia.
Mi corazón doliente
poco alimento
puede cederles ya.
Dame la mano.
Tu agonía
en la mía
logrará ser más fuerte
que el agosto
y teñir con su sangre
ese desesperado
último aliento,
cerrar el grito
que nos lanzan
desde el color marchito
que casi envuelto en oro
amenaza irremediablemente sus corolas.
Delta
Si has creído que este escombro es mi pasado
hurgando en él para vender fragmentos
entérate de que ya hace tiempo me mudé
más hondo al centro de la cuestión
Si crees que puedes agarrarme, piensa otra vez:
mi historia fluye en más de una dirección
un delta que surge del cauce
con sus cinco dedos extendidos
El retorno de Lilith *
Las bestias monteses se encontrarán con los gatos
cervales, y el peludo gritará a su compañero:
Lilith también tendrá allí asiento, y hallará para sí
reposo.
Isaías 34:14
Yo soy Lilith, la diosa de dos noches que vuelve de su exilio.
Yo soy Lilith, la diosa de dos noches que vuelve de su exilio.
Soy Lilith, la mujer destino. Ningún macho escapa a mi suerte y ningún macho quisiera escapar.
Soy las dos lunas Lilith. La negra no está completa sino por la blanca, ya que mi pureza es la chispa del desenfreno y mi abstinencia, el inicio de lo posible. Soy la mujer-paraíso que cayó del paraíso, y soy la caída-paraíso.
Soy la virgen, rostro invisible de la desvergüenza, la madre-amante y la mujer-hombre. La noche, pues soy el día; la costa derecha, pues soy la izquierda; y el Sur, pues soy el Norte.
Soy la mujer festín y los convidados al festín. Me llaman la hechicera alada de la noche, la diosa de la tentación y del deseo. Me han nombrado patrona del placer gratuito y de la masturbación y liberada de la condición de madre para que sea el destino inmortal.
Soy Lilith, la de los blancos senos. Irresistible es mi encanto, pues mis cabellos son negros y largos y de miel son mis ojos. La leyenda cuenta que fui creada de la tierra para ser la primera mujer de Adán, pero no me sometí.
Soy Lilith que retorna del calabozo del olvido blanco, leona del señor y diosa de dos noches. Yo reúno aquello que no puede ser reunido en mi copa y lo bebo ya que soy la sacerdotisa y el templo. Agoto toda embriaguez para que no se piense que me puedo saciar. Me hago el amor y me reproduzco para crear un pueblo de mi linaje, ya que mato a mis amantes para dar paso a los que aún no me han conocido.
Soy Lilith, la mujer selva. No supe de espera deseable, pero sí de leones y de especies puras de monstruos. Fecundo todos mis flancos para fabricar el cuento. Reúno las voces en mis entrañas para que se complete el número de esclavos. Devoro mi cuerpo para que no se me diga famélica y bebo mi agua para nunca sufrir de sed. Mis trenzas son largas para el invierno y mis maletas no tienen cubierta. Nada me satisface ni me sacia y aquí estoy de regreso para ser la reina de los extraviados en el mundo.
Soy la guardiana del pozo y el reencuentro de los opuestos. Los besos sobre mi cuerpo son las heridas de aquellos que trataron. Desde la flauta de los muslos asciende mi canto, y desde mi canto la maldición se expande en agua sobre la tierra.
Soy Lilith, la leona seductora. La mano de cada sirviente, la ventana de cada virgen. El ángel de la caída y de la conciencia del sueño ligero. Hija de Dalila, de María Magdalena y de las siete hadas. No hay antídoto contra mi maldición. Por mi lujuria se elevan las montañas y se abren los ríos. Regreso para penetrar con mis flujos el velo del pudor y para limpiar las heridas de la falta con el aroma del desenfreno.
Desde la flauta de los muslos asciende mi canto
y por mi lujuria se abren los ríos.
¿Cómo podría no haber mareas
cada vez que entre mis labios verticales brilla una sonrisa?
Porque soy la primera y la última
La cortesana virgen
El codiciado temor
La adorada repudiada
Y la velada desnuda,
Porque soy la maldición de lo que antecede,
El pecado desapareció de los desiertos cuando abandoné a Adán.
Él se equivocó por completo, hizo añicos su perfección.
Lo hice descender a tierra, y para él alumbré la flor de la higuera.
Soy Lilith, el secreto de los dedos que insisten. Perforo el sendero, divulgo los sueños, destruyo ciudades de hombres con mi diluvio. No reúno dos de cada especie para mi arca. Más bien los transformo a todos para que el sexo se purifique de toda pureza.
Yo, versículo de la manzana, los libros me han escrito aunque ustedes no me hayan leído. El placer desenfrenado, la esposa rebelde, la realización de la lujuria que conduce a la ruina total. En la locura se entreabre mi vestimenta. Los que me escuchan merecen la muerte y los que no me escuchan morirán de despecho.
No soy remisa ni la yegua dócil,
soy el estremecimiento de la primera tentación.
No soy remisa ni la yegua dócil,
Soy el desvanecimiento del último pesar.
Yo, Lilith, el ángel desvergonzado. La primera yegua de Adán y la corruptora de Satán. El imaginario del sexo reprimido y su más alto grito. Tímida, pues soy la ninfa del volcán; celosa, pues la dulce obsesión del vicio. El primer paraíso no me pudo soportar. Y me arrojaron de él para que siembre la discordia sobre la tierra, para que dirija en los lechos los asuntos de los que a mí se someten.
Soy Lilith, el destino de los conocedores y la diosa de dos noches. La unión del sueño y de la vigilia. Yo, la poeta feto, perdiéndome gané mi vida. Regreso de mi exilio para ser la esposa de los siete días y las cenizas de mañana.
Yo la leona seductora regreso para cubrir de vergüenza a las sumisas y reinar sobre la tierra. Regreso para sanar la costilla de Adán y liberar a cada hombre de su Eva.
Yo soy Lilith
Y vuelvo de mi exilio
Para heredar la muerte de la madre que he criado.
* Según muchas leyendas, Lilith es la primera mujer, antes de Eva, formada del polvo de la tierra como Adán. Era independiente, fuerte, libre, y no quiso obedecer ciegamente al hombre. Por fin se rebeló, escapó del paraíso y se negó a volver. Entonces Dios la trasformó en demonio, y después creó la segunda mujer, Eva, de la costilla de Adán para garantizar su obediencia.
Rotundamente negra
Me niego rotundamente
a negar mi voz
mi sangre
y mi piel
Y me niego rotundamente
a dejar de ser yo
a dejar de sentirme bien
cuando miro mi rostro
en el espejo
con mi boca
rotundamente grande
y mi nariz
rotundamente ancha
y mis dientes
rotundamente blancos
y mi piel
valientemente negra
Y me niego categóricamente a
dejar de hablar mi lengua, mi acento y mi historia
Y me niego absolutamente
a ser de los que se callan
de los que temen de los que lloran
Porque me acepto
rotundamente libre
rotundamente negra
rotundamente hermosa.
(De Rotundamente negra)
Mujer fenomenal
Las mujeres hermosas se preguntan
Dónde radica mi secreto.
No soy linda o nacida
Para vestir una talla de modelo
Mas cuando empiezo a decirlo
Todos piensan que miento
Y digo,
Está en el largo de mis brazos,
En el espacio de mis caderas,
En la cadencia de mi paso,
En la curva de mis labios.
Soy una mujer
Fenomenalmente.
Mujer fenomenal,
Esa soy yo.
Ingreso a cualquier ambiente
Tan calma como a ti te gusta,
Y en cuanto al hombre
Los tipos se ponen de pie o
Caen de rodillas.
Luego revolotean a mi alrededor,
Una colmena de abejas melíferas.
Y digo,
Es el fuego de mis ojos,
Y el brillo de mis dientes,
El movimiento de mi cadera,
Y la alegría de mis pies.
Soy una mujer
Fenomenalmente.
Mujer fenomenal,
Esa soy yo.
Los mismos hombres se preguntan
Que ven en mí.
Se esfuerzan mucho
Pero no pueden tocar
Mi misterio interior.
Cuando intento mostrarles
Dicen que no logran verlo
Y digo,
Está en la curvatura de mi espalda,
El sol de mi sonrisa,
El porte de mis pechos,
La gracia de mi estilo.
Soy una mujer
Fenomenalmente.
Mujer fenomenal,
Esa soy yo.
Ahora comprendes
Por qué mi cabeza no se inclina.
No grito ni ando a los saltos
No tengo que hablar muy alto.
Cuando me veas pasar
Deberías sentirte orgullosa.
Y digo,
Está en el sonido de mis talones,
La onda de mi cabello,
La palma de mi mano,
La necesidad de mi cariño,
Por que soy una mujer
Fenomenalmente.
Mujer fenomenal,
Esa soy yo.
Culpas obsoletas
Un momento de soledad
de paz
y la tarde es mía.
Me puedo sentar a leer
sin sentirme culpable.
Sin pensar que debía salir
a comprar el líquido para desmanchar las alfombras
o bajar a jugar con la niña.
¿Cómo será, me pregunto,
no sentir incesantemente
que uno debería ocupar varios espacios al mismo tiempo?
No pensar, mientras se tumba uno con un libro,
que se debería estar haciendo otra cosa.
Asumir, como hacen los hombres,
la importancia del tiempo
que dedicamos al propio enriquecimiento.
Las mujeres
tenazmente sentimos
que le estamos robando tiempo a alguien.
Que quizás en ese preciso instante
se nos requiere
y no se cuenta con nosotros.
Precisamos
todo un entrenamiento
para no borrarnos, minimizarnos,
constantemente.
¡Ah! ¡Mujeres, compañeras mías!
¿Cuándo nos convenceremos
de que fue sabio el gesto
de extenderle a Adán
la manzana?