Acerca de cómo incentivar la lectura

Vienen a mí muchas ideas, tal vez la primera es que para ser buenos lectores y escritores, existen hábitos que se deben cultivar: el del habla en su manifestación oral y muy especialmente la escucha y el amor al silencio. No se puede generar un buen lector si no hay ese aprendizaje de escucha y silencio. Y por lo tanto tampoco un buen escritor.

La necesidad de contar nació alrededor de las hogueras, el fuego al centro convocaba las historias que eran arropadas por las estrellas, el silencio y la maravilla. Para hacer buenos lectores yo invitaría primero a dar largas caminatas bajo las estrellas, aprender a leer antes que letras el entorno, el mundo. La capacidad de lecto-escritura se genera antes que de las grafías, de la capacidad de observación profunda.

Se me ocurre también, pero claro no es novedad alguna, que el ejemplo es el que más enseña. Para lograr comunidades lectoras hay que tener padres (y muy especialmente madres) y maestros lectores, que en las casas circulen los libros, que los chicos puedan tocar los libros desacralizarlos, entender que ellos pertenecen a esa dimensión, que los autores les visiten, que puedan hablar con ellos, preguntar, controvertirles y que sientan que lo que tienen por vida es importante y cuentan en la narrativa de la humanidad.

¿Quieres sociedades lectoras? que las madres recuperen los arrullos, las nanas y los cuentos antes de ir a dormir, que los padres enseñen las estrellas, el lenguaje secreto de las hojas de los árboles, las corrientes de viento y de agua, que los maestros provoquen la maravilla del silencio y la observación, el vínculo del juego y la palabra.

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